lunes, 2 de mayo de 2011

12 de Abril del 2011

Quieras o no, casi siempre cumplimos la misma rutina: Te levantas por la mañana con ganas de tirar el despertador por la ventana, te tomas la leche y te vistes, te pintas un poco, preparas la mochila y te vas al instituto. Allí pueden pasar cosas variadas, puedes tener un mal día o suspender un examen, sin embargo puedes sacar un 8 y hacer que suenen las campanas de la felicidad, tu profe preferido puede haber faltado y la estúpida de lenguas te acaba de decir que mañana nos hará un examen.
Luego llega el recreo y desconectas por completo, hasta que por desgracia suena el timbre del: de vuelta a clase pringados!
El día no se acaba ahí pero eso es una gran parte de la rutina.
Sí, eso cansa, pero a veces es lo que nos toca y hay pequeños cambios que están a punto de llegar y nosotros con ansia los esperamos de tal manera que cuando llegan a veces nos ilusionamos demasiado rápido.
En mi caso, yo seguía una rutina más o menos normal y era más o menos feliz, tenía en mente que me falta algo (a lo que llamamos novio hoy en día) pero seguía hacia delante.
De repente un día, estás bailando en el MNX y te encuentras con tu mejor amigo, con el que te llama siempre que estás mal, al que ayudas siempre que puedes, que aunque no viva a tu lado ves el máximo tiempo de horas posible, alguien al que le tienes una confianza máxima y que en el fondo, piensas que es perfecto para ti. Aparece él como hace siempre y te abraza por detrás y por alguna extraña razón ese día sientes algo distinto, ese día se te remueven las tripas de un modo extraño y notas ese cosquilleo que hace tanto tiempo que esperas.
Te vas un rato con el, cosa bien normal si siempre estáis juntos... pero aquello es oscuro y tu estás sentada en un sofá y lo tienes al lado y estáis abrazos y tu cosquilleo sigue ahí y no sabes que te pasa... De repente te da un beso en la mejilla y tu sigues con otro en el cuello, y las bocas se acercan, se acercan... se acercan y se tocan y es ahí cuando te das cuenta de que te ha cambiado la vida por completo, es ahí cuando ves que tienes lo que querías, que te has enamorado...

Han pasado 2 meses de eso y ahora él es tuyo, y lo ves y piensas que eres la tía más afortunada del mundo, que aunque te pelees con el 20 de las 24 horas del día estáis bien, porque te mira te sonríe y se para el tiempo. Que lo matarías, que a veces es un completo gilipollas, pero eso forma parte de su encanto.
Que te abraza o te besa y nada más importa. Que lo que sientes no lo puedes explicar, que no, que no puedes, que estás en un estado de felicidad absoluta y le sonríes al espejo sin saber por qué!

Y es sólo por eso, que a veces vale la pena tirarte a la piscina. Porque por muchos golpes que te des, un día ves que hay agua y que estás flotando.
Y esque hay cosas que sólo pasan una vez en la vida, cosas que realmente te marcan, y no podemos dejar que intentar algo por miedo, porque siempre todo está mejor valorado si luchamos, y porque lo verdaderamente importante es lo que nos ha costado su esfuerzo.

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